Se me hace un torozon en la garganta,aridez de palabras,se me
marchita el corazón,mi imagen es minúscula ante la solidez de su recia
persona,su pertenencia,como huellas en mi vida al evocar a la mujer
inigualable e irrepetible que me dio el ser.
Fué principio y fin,leña,fuego y alimento,dedo pulgar señalándose el
norte,fuente de lucha por llegar más allá de mis metas,amor fiel en fe
siempre con Cristo,visión pulgar que jamas se equivoco en señalarme
caminos a recorrer,dolor y sacrificio hasta el último halito de aire,mi
Lazarillo ,así como voz que palpitara por siempre en las células de mi
cuerpo.
Ella goza de las campiñas,como los salones de Dios, olorosos a
zarzamora y pintados de color azul en el cielo.,y desde ese sitio emerge
su esplendorosa alma alimentándome cada día en mi azarosa vida,dándome
torrenciales aguaceros de impulsos,así como fortaleza y amor de madre.
Rene Davila–30–06–2018
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